Empatía de la gente y atención institucional para ellas
¿Por qué no grité? Se lo pregunta hoy, Sandra, una sobreviviente.
La primera vez que intentó salir de casa por ayuda, él la jaló por el pelo.
La segunda vez logró salir, pero él volvió a arrastrarla dentro. Ella le dijo: “si me sigues pegando, voy a gritar”, pero nunca gritó.
Ana se quedó 20 años. Tenía miedo. Creía que una mujer con hijos no tenía derecho a rehacer su vida con otra persona.
Desde los 5 años, María recuerda que su papá abusaba de su mamá. Día de la Madre, puños. Navidad, puños. “Nunca fui esa niña feliz”. Debieron pasar 24 años para que su mamá lo dejara. ¿Por qué no lo hizo el primer día que la golpeó? se pregunta aún María.
La violencia doméstica es un hecho tan frecuente como incomprendido, sobre todo para quienes la observan desde fuera. Para la mujer, salir de ese lugar doloroso no es fácil. Hablar de lo sucedido tampoco. Sin embargo, voluntarias sobrevivientes escribieron sus testimonios para colaborar en la creación de la campaña Letras contra la violencia, porque no quieren que otras experimenten lo que ellas vivieron.
¿Por qué no grité? ¿Por qué me quedé? ¿Por qué mi mamá no se fue? Son preguntas que perduran en la mente de las sobrevivientes de violencia. Algunas se responden a sí mismas: “por mis hijos”, “por el sustento económico” y “por el qué dirán”.
Si intentamos responder a estos ‘por qué’ sin el análisis y el conocimiento de expertos lo más probable es que pongamos sobre los hombros de la víctima la responsabilidad de lo ocurrido, lo que dificulta romper el ciclo. Hace falta un cambio cultural en las relaciones de poder entre hombre y mujer, y promover el acceso a las instituciones donde puede recibir ayuda, así como fortalecer de recursos y de personal técnico a esas instituciones.