Gertrudis Sire, indígena panameña de la etnia Ngäbe, es el rostro de la exposición fotográfica Pasos firmes en igualdad de género y salud femenina, una colectiva de 18 fotografías sobre la mujer Ngäbe, que exhibió el Fondo de Población de las Naciones Unidas en el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá del 11 al 21 de julio, en el marco del Día Mundial de la Población 2024.
El 5.2% de la población panameña vive en la comarca Ngäbe Buglé; se trata de un total de 212,084 habitantes, que, al desglosar por sexo, el 48.3% son hombres y el 51.7% son mujeres. Esta comarca está ubicada en las montañas del oeste de Panamá, área apartada del desarrollo y donde los servicios básicos son precarios. A pesar de los esfuerzos del Estado panameño por proveer de recursos a esta comunidad, sus habitantes viven en pobreza y pobreza extrema. Son las personas dejadas atrás de Panamá. Pero es precisamente en la adversidad cuando más se necesitan líderes.
Gertrudis, de 68 años, es una lideresa Ngäbe, miembro fundadora y actual presidenta de la Asociación de Mujeres Ngäbe (ASMUNG), creada en 1991. Ella vive en Lajero (distrito de Nole Duima, en la comarca Ngäbe Buglé), donde siembra y cultiva sus alimentos.
Allí, tanto el entorno como algunas prácticas patriarcales dentro de la cultura Ngäbe hacen más desafiante la vida para una niña en cuanto a educarse para alcanzar su máximo potencial, vivir libre de violencias y tener acceso a sus derechos de salud sexual y salud reproductiva.
Cuando se le pregunta a Gertrudis por qué solo el 41.1% de 109,577 mujeres Ngäbe tienen algún grado de instrucción, ella dice: “El que manda es el varón. Esa es la situación cultural de la comarca. En una familia Ngäbe si hay dos hijos, una niña y un varón, se va a tener preferencia para que el varón estudie. Hay que concienciar a los padres de familia de que las niñas valen igual que los hombres”, expresa.
Gertrudis habla desde la experiencia. Ella no pudo terminar sus estudios. Cursaba noveno grado y tenía 14 años cuando su padre la sacó de la escuela y la unió a la fuerza con un hombre mucho mayor que ella. Inmediatamente, se convirtió en mamá.
Hoy por hoy, el embarazo a temprana edad (10 a 14 años) y el embarazo adolescente (15 a 19 años) todavía siguen siendo una constante en la situación de la mujer Ngäbe. Cifras del censo nacional realizado en 2023 indican que, en el país, 226 mujeres menores de 15 años de edad declararon tener al menos 1 hijo; de ese total, 64 (28.3%) eran de la comarca Ngöbe Buglé. Las cifras también indican que, en el país, 14,454 mujeres entre 15 y 19 años de edad declararon tener al menos 1 hijo; de ese total, 2704 (18.7%) eran mujeres de la comarca Ngöbe Buglé.
“Esto pasa porque no hay un reconocimiento de sus derechos”, explica Gertrudis, un desconocimiento de los derechos humanos tanto por la adolescente como por la comunidad. “Un adulto no puede andar con una menor”, sentencia.
Gertrudis es artesana y agricultora, y, desde muy temprana edad, se destacó como una lideresa defensora de las mujeres indígenas Ngäbe, impulsando la participación de la mujer especialmente en materia de derechos humanos y de la salud reproductiva, desde Asmung. Además, en la década de los 80, fue representante de corregimiento en su pueblo natal, Lajero.
“Que las mujeres Ngäbe se preparen sin perder su cultura y que busquen espacios para reaccionar ante la sociedad. Ser ejemplos para las que vienen detrás. Con las acciones que hacemos dentro de nuestras familias y dentro de la comunidad, podemos dar la batalla para caminar hacia el desarrollo”, reflexiona.
Exposición fotográfica sobre la mujer Ngäbe
Gertrudis Sire junto a Toribia Venado, investigadora social, y Eira Carrera, intérprete intercultural del Hospital Materno Infantil José Domingo De Obaldía fueron las panelistas del conversatorio que inauguró la exposición fotográfica Pasos firmes en igualdad de género y salud femenina, y que fue moderado por la periodista Dorcas De La Rosa. Los autores de las 18 fotografías son Carlos Pedraza, Luis García, Mario Calvo y Rebecca Zerzan. La curaduría estuvo en manos de Ana Laguna y Vannie Arrocha. La actividad fue posible gracias a socios como el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá, Café Palo Alto, el diario La Prensa y Fundación MEDCOM.