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El amor no debe doler

El amor no debe doler

El amor no debe doler

Que la mujer sufra por amor está tan normalizado que las adolescentes toleran diferentes tipos de violencia, creyendo que eso es normal. El noviazgo es una relación afectiva, no hay cabida para burlas, golpes ni pruebas de amor.

“Yo tenía 15 años. [Él] era mi primer novio. Íbamos a la misma escuela. No me dejaba parquear con nadie. Yo pensaba que era normal. Me aislé de todos, bajé de peso, tuve ansiedad. Todos los días me decía que yo era una estúpida y yo le creía. [Tuvimos] sexo, aunque yo no quería. Lloró, dijo que no lo quería. Me sentí mal y acepté. Nunca me gustó tener sexo con él. Duramos dos años”. Natalia, 24 años.

Castillos y zapatillas de cristal

Los cuentos de hadas, las canciones de amor eterno, las películas románticas, las telenovelas, algunas religiones y la cultura occidental proveen el material para criar personas emocionalmente dependientes.

En el libro Mujeres que ya no sufren por amor, Coral Herrera, investigadora y escritora española, describe las diferencias en la crianza. “Las niñas y los niños recibimos mensajes opuestos y aprendemos a amar de forma diferente”, por ejemplo, “los niños aprenden a valorar y defender su libertad y su autonomía; las niñas aprender a renunciar a ellas como prueba de su amor cuando encuentran pareja”.

Según la Organización Mundial de la Salud, tres de cada 10 adolescentes denuncian que sufren violencia en el noviazgo. Celos, acoso por teléfono, control, chantaje emocional, insultos, pellizcos y bofetadas, son toleradas por adolescentes y mujeres jóvenes. Las cifras son casi las mismas en distintos países de Latinoamérica donde se han realizado estudios. 

La situación de violencia puede ser peor para las adolescentes emancipadas en uniones tempranas. Según la Encuesta Nacional de Salud Sexual y Reproductiva 2014-2015 del Instituto Conmemorativo Gorgas de Estudios de la Salud, la violencia conyugal durante los últimos 12 meses fue más frecuente en el grupo etario de mujeres de 15 a 19 años, quienes reportaron violencia emocional (42.9%) y violencia física o sexual (42.8%).

Al principio todo era bonito

El noviazgo es una relación afectiva entre una pareja en la que no existe vínculo legal (no están casados) ni de cohabitación (no viven juntos). Durante la adolescencia, en una etapa llena de emociones, ocurren las primeras relaciones de pareja, explica Dora Arosemena, especialista en Prevención de la Violencia y Derechos Humanos de UNFPA. Ella destaca que el noviazgo asertivo se caracteriza por la mutua confianza, apoyo y la libertad de elección.

La prevención de la violencia en las relaciones personales desde los primeros años de la adolescencia, o incluso antes, jugará un papel preponderante para evitar la naturalización de comportamientos violentos, que puedan impactar en las relaciones amorosas y sexuales adultas, en la salud física y mental.

En un noviazgo, las señales de alerta pueden ser muy sutiles, como pedir la contraseña de Instagram o de otra red social a modo de prueba de amor; exigir que elimine ciertos contactos, revisar su celular, la bolsa u otro espacio privado.
 

El agresor va alejando y aislando a la víctima del mundo. Es un proceso lento. 

“Al principio todo era bonito, romántico. Él era divertido, cariñoso. Un día dije algo, hice algo, no recuerdo y se cabreó horrible. No me lo esperaba, quedé en shock. No me defendí, nunca”. Narra Verónica, quien hoy tiene 26 años.

Michelle, que en ese entonces tenía 14 años, recuerda: “Se disculpaba. Decía que nunca más. Pasaban unas semanas y comenzaban los insultos. Me pedía perdón y me culpaba. Trataba de complacerlo para evitar que explotara”.

Desvincularse del agresor es complicado. Las víctimas no hablan de esto. Un poco por miedo y por esa inseguridad crónica que su agresor ha sabido amplificar: “Me decía a mí misma que estaba loca, que yo era la del problema, porque él se había pasado meses diciéndome eso”, reconoce Vivian (hoy de 25 años).

Para las jóvenes que nos contaron sus historias, la opción de contarle a una amiga o familiar fue difícil porque en sus casas o círculos sociales se vivían dinámicas similares.
Algunas pensaron que podían hacerlo cambiar. Coro aprendido en el cine y la radio. “Te autoconvences de que las cosas lindas del principio de la relación se pueden recuperar”, dice Alissa.

Los mitos románticos son usados para continuar con una relación disfuncional, cuya base es el control de una persona sobre otra.

Una y otra vez pasa lo mismo: Peleas y conflictos constantes, luego la explosión violenta y después el arrepentimiento. Reconocer ese ciclo de la violencia es el primer paso para salir de ello, advierte Dora Arosemena.

Atención a las señales

Si a la joven le cuesta reconocer el problema, quienes están a su alrededor pueden reconocer algunos indicios de alarma. Si presenta cambios repentinos de humor; se vuelve más callada; si antes se vestía y se arreglaba mucho y de repente deja de hacerlo; se tapa más. Retraerse, renunciar a actividades que le apasionaban y alteraciones en el sueño o pesadillas son otras señales.

Si una adolescente está pasando por una situación de maltrato hay que dejarle claro que, pase lo que pase, se va a estar allí para ella. Sin enjuiciarla o hacerla sentir mal por permitir que esto ocurriera. Hay que mantenerse a su lado y disponible para cuando lo necesite.

Si logra desvincularse de su agresor, necesitará ser acompañada durante el proceso de “desintoxicación”. Habrá recaídas y momentos difíciles.

Apoyo psicológico adecuado

Estas relaciones violentas dejan marcas. Natalia llegó “a conectar el placer con no querer a una persona” y Verónica no cree que pueda volver a confiar en alguien.
 

Lilian, quien bordea los 40, aún está marcada por una relación traumática que comenzó a los 13 años. Estuvo secuestrada por su novio, a la luz del día. Sufrió insultos, golpes y chantaje. Su familia era muy religiosa y ella había tenido su primera experiencia sexual con su agresor. Con esa carta, la torturó mentalmente hasta los 17 años, cuando se atrevió a dejarlo y hablar con su familia, quien la ayudó a alejar a su agresor.

Lilian lamenta que no la atendieran profesionales expertos en abuso o violencia de género, algo que hubiera tenido algún efecto en su sanación.
 

El Ministerio de Desarrollo Social, en conjunto con otras instituciones y organizaciones, más la colaboración del Grupo Interagencial de Género del Sistema de las Naciones Unidas en Panamá elaboró una Guía de orientación para mujeres que se encuentran en situación de violencia doméstica, en el marco de la Pandemia de COVID-19. 

Enlace para descarga: https://www.mides.gob.pa/wp-content/uploads/2020/07/Gui%CC%81a-de-orien…

Otras señales de violencia en el noviazgo 

  • Presión constante, a través de violencia o llanto, para mantener relaciones sexuales
  • Críticas frecuentes, disimuladas o no, a sus amistades y familiares
  • Menosprecio de sus intereses, los califica como tontos 
  • Desprecio ante los logros de ella
  • Imposición constante de normas sobre cómo debe vestirse o arreglarse
  • Amenazas de quitarse la vida, si rompen la relación.